Si salimos a la calle y a las periferias de nuestras ciudades y caminos… Podemos contemplar el dolor y el amor en el CLAMOR concreto de nuestros herman@s, así como la confusión y la esperanza.
Hay tres posibles reacciones ante esta realidad, que -tal vez- nos delatan:
“avestruces” que metemos la cabeza bajo tierra para no enterarnos de lo que pasa;
“cóndores” que vuelan y observan queriendo sublimar todo con justificaciones espirituales;
“samaritanos” que se detienen ante el herido, lo curan, lo acompañan y lo hacen hermano.
¿Qué actitud es la nuestra? ¿Cuáles son las reacciones ante el clamor del abuso, la violencia intrafamiliar, la corrupción o el empobrecimiento de los más débiles? ¿Hemos engrosado en el inmenso grupo de la indiferencia, normalización o justificación de todo? (La espiritualidad del cuidado, Jesús García OFM #14)
Frente a estas tres tentaciones de todos, quizá podamos dar pasos para pasar de la indiferencia a la “sensibilidad” comprometida al estilo de Don Bosco.