Conmemoración Don Bosco Julio 2024

”Don Bosco, Hombre de una Oración llena de FE

Una cosa es recitar oraciones o participar en celebraciones colectivas, cosas ciertamente útiles y apreciables, y otra es llegar a ser personas de oración.

La oración del Salesian@, es comunicación y diálogo filial con el Señor, es ciertamente coherente con su vida y adecuada a su existencia concreta. 

(Carta del Rector Mayor Juan E. Vecchi : El Salesiano, hombre y maestro de oración para los jóvenes, Roma 1 de enero 2001)

«La oración es el compendio de nuestra relación con Dios. Podríamos decir que somos lo que oramos. El grado de nuestra fe es el grado de nuestra oración; la fuerza de nuestra esperanza es la fuerza de nuestra oración: el calor de nuestra caridad es el calor de nuestra oración»

(Cf. CARRE’ITO C., Cartas del desierto, Madrid, San Pablo 1974, pág. 63.)

Pensar en Don Bosco como hombre de fe y oración continua, es una imagen que nos viene siempre al corazón, lo encontramos caminando por las calles de Turín, en medio de los jóvenes y siempre en continua “unión con Dios”, en un diálogo ininterrumpido con María Auxiliadora, es parte de su ser “todo del Señor y de los jóvenes”, orar en el cotidiano.

Rezar y vivir se funden en una única e idéntica realidad en la conciencia del que reza. Mientras la vida misma no se haga oración, tampoco la oración será viva y auténtica.

Sin embargo, es el mismo Don Bosco quien dice: “ Si hubiese tenido cien veces más fe de la que tengo, hubiera hecho cien veces más de lo que hice” (Memorias Biográficas XVIII, 587) y esto hace eco el Evangelio donde Jesús nos dice: «Porque ustedes tienen poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes. (Mt. 17, 20)

El Papa Francisco también nos ilumina al respecto: Rezar con fe, ¿tengo fe o es un hábito? Tengamos cuidado en la oración: no caigamos en el hábito sin la conciencia de que el Señor está ahí, qué estoy hablando con el Señor y que Él es capaz de resolver el problema. La primera condición para la verdadera oración es la fe. (Homilía del Santo Padre Francisco «Debemos rezar con fe, perseverancia y valentía» Lunes, 23 de marzo de 2020)

¿Qué es la fe? El Catecismo de la Iglesia Católica, nos explica que la fe es el acto por el cual el ser humano se entrega libremente a Dios (n. 1814) es decir se abandona en su amor con la certeza de su presencia, es acoger y custodiar un vínculo, un vínculo con Dios: Dios y yo; mi persona y el rostro amable de Jesús.

Para Don Bosco: La fe es fundamental. «La fe es la que lo hace todo» (MB X 90). Es la base y garantía de la fecundidad del apostolado. En ella se apoya la confianza de salvarnos (cfr. Il mese di maggio 1858, día 7o).

Es el fundamento y garantía del futuro de la Congregación. En el sueño de los diamantes, el primer diamante que DB vio relucir fue precisamente el de la fe.

Algunas características de la fe de Don Bosco son:

a) Una fe fuerte que no sucumbe ante las dificultades que las sabe afrontar y combatir. En 1878, escribió desde Roma en nombre del Papa «que los chicos sean fuertes en la fe» (Epist. 1743)

b) Una fe llena de esperanza y confianza, fuente de calma y serenidad, origen de la paz y de la fortaleza en las dificultades (Solía repetir: «Fe y confianza en Dios» Epist. 2652).

c) Una fe sencilla, sin expresiones raras, cosas difíciles o llamativas; centrada en el cumplimiento de los deberes de cada día, vivida en lo cotidiano.

d) Una fe comprometida, cargada de obras de caridad y de asistencia, de abnegación por los demás. La segunda frase del diamante de la fe decía: «La fe sin las obras está muerta». Y la tercera: «Es necesario hacer las obras de la fe para poder formar parte del Reino de Dios».

 

e) Una fe realista, que conoce su fragilidad y acepta los medios para conservarla y hacerla crecer: oración, eucaristía, confesión, María, buenas lecturas, instrucción, ambiente adecuado, huída de las ocasiones malas.

Y ¿tu oración está llena de fe como Don Bosco?

nos invitamos también nosotros, como los discípulos, a repetir insistentemente: 

Señor, ¡aumenta nuestra fe! (cfr. Lc 17,5) 

¡Es una hermosa oración!



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