En la Escuela de María aprendemos a educar con Sistema Preventivo: Religión
En nuestra experiencia de vida, especialmente si somos o hemos sido parte de obras salesianas, hemos escuchado mucho sobre el Sistema Preventivo de Don Bosco. Razón, Amabilidad y Religión. ¿Pero cómo viven estos pilares las personas que los encarnan? ¿Cómo podemos hacerlos realmente nuestros, para que transformen nuestra vida y la de quienes nos rodean?
Hoy queremos mirar a la que Don Bosco y Madre Mazzarello reconocieron como la gran educadora: María. Y en particular, cómo en su «escuela» aprendemos a vivir y transmitir el pilar de la Religión en el estilo del Sistema Preventivo.
Descubramos a María “Madre y Maestra” del Sistema Preventivo en el pilar de la: Religión

Para Madre Mazzarello y Don Bosco, María Auxiliadora no era solo una figura a venerar; era una experiencia vital, una realidad, una persona viva y operante que guió su camino y le inspiró.
Esta relación con María es esencial en la espiritualidad y pedagogía salesiana.
Ella es Madre y Maestra. Madre de la humanidad desde su «sí», presente en todos los acontecimientos de nuestra vida con una presencia atenta, amable, disponible. Se trata de no solo vivir como ella, sino con ella. La espiritualidad mariana salesiana se basa en la exigencia de reconocer esta presencia viva.
Para nosotros, que buscamos aplicar el Sistema Preventivo, este descubrimiento de María como Maestra es clave. Ella es la EDUCADORA de los educadores. Ella está en las raíces de nuestra metodología y pedagogía educativas. No es un añadido, sino un dato esencial.
La Virgen le ofrece a Don Bosco, desde niño, la ayuda que necesita: la de ser su maestra.
Lo que ella le enseña es una disciplina que lo hace verdaderamente sabio. Esta disciplina es la de la fe. La fe consiste en dar crédito a Dios y en obedecer incluso ante lo imposible y lo oscuro.

Para Don Bosco, la «Religión» no era sólo prácticas externas, sino la vivencia de una presencia amorosa y real de Dios en la vida cotidiana.
María Auxiliadora representa esa pedagogía de la presencia: siempre cercana, atenta, disponible. Su “modo mariano” de educar consiste en hacer de lo divino algo tangible en la vida de los jóvenes, de nuestras familias y de todos los que están cerca de nosotros. La Virgen nos dice: “Hagan lo que Él les diga.” (Juan 2,5)
María nos enseña a santificar el trabajo educativo que realizamos tanto en una familia, como en los grupos juveniles, en la escuela, entre amigos …
El sistema preventivo mismo es la caridad, el santo temor de Dios infuso en los corazones. Es en el marco de una visión cristiana de la educación, que busca la configuración con Cristo, donde se madura bajo el impulso de las virtudes teologales (fe, esperanza, caridad).
¿Cómo actúa María Madre y Maestra? Su "Especialidad" para el Corazón
María, como Madre y Maestra, actúa de maneras muy específicas en nuestra vida espiritual y educativa veamos algunas maneras muy concretas:

Dispone los corazones a la acción del Espíritu

Previene y protege del mal

Quita los obstáculos en el camino

Auxilia, acompaña y consuela en las pruebas.
Muchas conversiones nacen de una inspiración o un acto de consagración mariano, incluso de un simple gesto como el regalo de una imagen o medalla.
Ella es muy solícita e interesada en auxiliarnos, ayudarnos y asistirnos en nuestra misión educadora, si no somos ajenos a Ella y la honramos con devoción.
Nos da esa luz superna, esas intuiciones sagradas, ese tacto, esa intuición sobrenatural de Gracia que necesitamos. Ella es la formadora de Cristo, Cabeza y miembros, como Madre de Jesús y de los Redimidos.

En el relato de las Bodas de Caná, San Juan la presenta como:
- La mujer que pre-vé la hora del Hijo.
- Como mujer sabia, es capaz de sintonizar con el Espíritu y percibir sus signos en la historia.
- Como María que pre-vé; ve antes, intuye la presencia y la voluntad de Dios antes de saber y comprender.
- Es capaz de pre-sentir, sentir antes que los sentidos naturales lo perciban. Su ojo materno mira y ve aquello que no es visible a los ojos de los demás.
La pedagogía salesiana es la pedagogía del corazón, porque brota de un corazón enamorado por Dios y sintoniza con el mismo Dios que habita en el corazón del joven.
Esta pedagogía es semejante a las entrañas de madre que se mueve y se conmueve hasta que todos sus hijos estén sanos y seguros en la casa del Padre. El educador, cual madre/padre presuroso, no aprisiona a sus hijos, los deja libres y los ayuda a ejercitar la voluntad para que conozcan y emprendan el camino del bien.
Comenzar las actividades de cada día a partir de la Auxiliadora es una buena práctica salesiana. Esto implica renunciar a un excesivo protagonismo de padres y educadores para dar paso al protagonismo y la influencia de María, perfecta educadora. Y requiere cuidar en educar a fiarse, y confiar en María.
La Virgen es el alma de la educación salesiana. Sin María, todo el sistema sería como una pedagogía huérfana, sin calor.
Podríamos aprender muchas cosas, pero faltaría lo más bello: sentir en profundidad la hermosura y la grandeza de ser cristiano.
Ella es la representación de la amabilidad y de la ternura. La devoción a María Auxiliadora imprime carácter en la persona de los jóvenes.
En la pedagogía salesiana, la devoción a la Señora es un «ala» para volar hacia arriba, un ala teológica, junto con la Eucaristía. Nos ayuda a sentirnos profundamente queridos y nos da el gozo de vivir.
Reflexión Personal:
Ahora, tómate un momento. En el día a día de nuestra misión, como padres o educadores
- ¿Reconocemos la presencia de María Auxiliadora? ¿La invitamos a actuar?
- ¿Nos dejamos guiar por ella en esa tarea tan esencial de educar en la fe?
- ¿Si eres de los que piensas poner a tus hij@s a estudiar en una escuela que valores te han guiado para escogerla?
- ¿Como mamá o papá, educard@r cómo cuidas la fe de los que Dios te ha confíado?
Ella no nos pide ser perfectos, sino disponibles, con un corazón como el suyo, que sabe «ver antes», «sentir antes», y que confía plenamente en Dios.
Si reconocemos a María como nuestra Maestra en la Religión, ¿Cómo podemos vivir esto concretamente en nuestras familias y con nuestros alumnos?

Vive y promueve la disciplina de la fe: María nos enseña la disciplina de la fe. Esto significa educar para creer en Dios y obedecerle, incluso cuando no entendemos todo.
En familia, podemos vivir esto con el ejemplo: nuestra confianza en Dios en los momentos difíciles “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18,20) enseña la fidelidad a la oración antes de las comidas, la participación en la Eucaristía, el respeto en los lugares sagrados.

Sé testimonio evangélico y ama la catequesis: El Sistema Preventivo en el aspecto de la Religión se vive como testimonio evangélico y amor por la catequesis. “Instruye al niño en el camino que debe seguir; aun cuando sea viejo, no se apartará de él.” (Proverbios 22,6)
En familia, esto es vivir lo que creemos, con coherencia de vida, transparentar a Jesús en nuestras relaciones, hablar de Dios de forma natural.
Envía a tus hijos a algún grupo juvenil para que se forme en la fe, no sólo en doctrina, sino un encuentro que mueva el corazón.

Da espacio al protagonismo de María: Como nos enseñaron Madre Mazzarello y Don Bosco, debemos comenzar nuestras obras «a partir de la Auxiliadora».
En la familia, podemos tener un lugar especial para una imagen de María, rezar juntos el rosario, encomendarle nuestras intenciones. Consagra a tu familia, y tus hij@s a María Auxiliadora. “Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.” (Lucas 1,48)
Oración de Conclusión:
Madre y Maestra nuestra, María Auxiliadora,
nos ponemos hoy en tu escuela, con corazón sencillo,
dispuestos a aprender de Ti
cómo vivir y educar en la fe, la esperanza y la caridad.
Tú, que guiaste a Don Bosco y a Madre Mazzarello,
Tú, que eres el alma de nuestra educación salesiana,
enséñanos a fiarnos de Ti,
a confiarte nuestras familias y a nuestros jóvenes.
Ayúdanos a ser transparentes testigos de Jesús,
a amar la catequesis y a vivir el Evangelio con alegría.
Dispón nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo.
Quita los obstáculos que impiden el crecimiento en la fe,
acompaña a nuestros jóvenes en su camino, consuélalos en sus pruebas.
Que, renunciando a nuestro propio protagonismo,
demos espacio al Tuyo, perfecta Educadora.
Que, contigo y en Ti, seamos instrumentos dóciles
para llevar a tantos jóvenes a la casa del Padre, configurados a Cristo.
Madre Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros,
por nuestras familias, y por nuestros jóvenes.
Amén.
