Conmemoración Don Bosco Septiembre 2025

Don Bosco y los ángeles custodios:

una devoción que transforma la vida

¿Te ha pasado alguna vez que sientes que alguien invisible te protege? 

Un accidente que no ocurrió, un impulso de paz en medio de una tormenta, una ayuda inesperada en el momento justo. Como creyentes, sabemos que no estamos solos: Dios, en su ternura, nos ha dado a los ángeles custodios para caminar con nosotros.

 

San Juan Bosco, nuestro padre, vivió con profunda fe esta presencia de los ángeles custodios y la difunde constantemente entre sus muchachos. Hoy queremos acercarnos a su experiencia y redescubrir cómo los ángeles custodios acompañan también nuestra vida.

Don Bosco y la providencia del ángel custodio

El 31 de agosto de 1844, en la iglesia de San Francisco de Asís de Turín, ocurrió un hecho extraordinario que refleja la fe de Don Bosco en los ángeles custodios.

Ese día, una mujer piadosa —esposa del embajador de Portugal— se disponía a viajar de Turín a Chieri. Antes de partir quiso confesarse. Providencialmente, encontró en el confesionario a un joven sacerdote: Don Bosco, a quien nunca había visto.

Al darle la penitencia, Don Bosco percibió una dificultad. La señora debía salir de la ciudad y no podía cumplirla. Entonces él le dijo con serenidad:

“Bien, entonces cumpla esta otra: pida a su Ángel Custodio, rezando tres veces el Ángel de Dios, que la asista y la preserve de todo mal, para que no se asuste de lo que hoy va a sucederle”.

Sorprendida por la advertencia, la mujer rezó con su familia y empleados antes de subir al carruaje. Al poco de iniciar el viaje, los caballos se desbocaron violentamente. El coche se tambaleaba, las ruedas golpeaban contra la grava, las puertas se abrían y todo indicaba una tragedia.

 

Entre gritos y desesperación, la señora clamaba con fuerza: “Ángel de Dios que eres mi custodio…”. En ese instante, los caballos se detuvieron de golpe. Nadie resultó herido. Ni la mujer, ni su hija, ni la camarera sufrieron daño alguno. El cochero, ileso, logró recuperar el control.

Atónitos, los viajeros exclamaron:
“¡Viva Dios y viva el Ángel Custodio que nos ha salvado!”

 

Al regresar a Turín, la señora buscó a Don Bosco para agradecerle. Desde entonces se convirtió en una bienhechora del Oratorio, convencida de que aquel consejo fue providencial.

Los ángeles custodios en la Biblia

La devoción de Don Bosco tiene raíces profundas en la Sagrada Escritura:
“Yo enviaré un ángel delante de ti para que te guarde en el camino” (Éxodo 23,20).


“Pues a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en todos tus caminos” (Salmo 91,11).


Jesús mismo confirma: “Sus ángeles en los cielos ven continuamente el rostro de mi Padre” (Mateo 18,10).


La Biblia nos recuerda que cada persona tiene un ángel custodio que la acompaña día y noche.

Ser amigos de nuestro ángel custodio

Don Bosco enseñaba a los jóvenes que el ángel custodio no es solo un protector, sino un amigo del alma. Nos inspira buenas ideas, nos ayuda a vencer tentaciones y nos guía hacia Dios.

¿Cómo cultivar esta amistad hoy?

Orar cada mañana: “Ángel de la guarda, acompáñame hoy”.

Escuchar sus inspiraciones, esas mociones interiores que nos invitan al bien.

Dar gracias cada noche por los cuidados invisibles recibidos.

La sencillez del consejo de Don Bosco —rezar tres veces la oración al Ángel de Dios— sigue siendo actual y poderosa.

Una devoción salesiana para nuestra vida

Redescubrir hoy la devoción al ángel custodio nos ayuda a vivir con paz y confianza. En un mundo lleno de incertidumbres, problemas familiares y desafíos personales, saber que tenemos un guardián espiritual nos da serenidad.

La espiritualidad salesiana, práctica y confiada en la providencia, nos invita a abrir el corazón a esta presencia amorosa de Dios.
Don Bosco lo vivió con sencillez, y nosotros también podemos hacerlo: invocando con frecuencia a nuestro ángel y enseñando a los más pequeños a dialogar con él.

Oración al ángel custodio

Ángel de mi guarda,
ya que la piedad del Señor
me ha encomendado a tí
ilumíname, protégeme,
y dirige siempre mis pasos
por el camino del bien
Amén

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