”Don Bosco nos dice: No se puede abandonar la cruz ni de día ni de noche, ni una hora ni un minuto”

(Memorias Biográficas II, Pág 382)

Don Bosco, que sabía de memoria y había meditado todo el Nuevo Testamento, concluyó: «No  se puede abandonar esta cruz ni de día ni de noche, ni una hora ni un minuto. Se lee en efecto en el santo Evangelio lo que dijo el divino  Salvador: Si alguno quiere venir en  pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. (Mt.16, 25-29) (Memorias Biográficas II, Pág 382)

Hoy Don Bosco nos muestra cómo la “caridad” a la que invita la cuaresma, también consiste en  ayudar a otros a llevar la cruz, nuestra penitencia o sacrificios cobran sentido sólo si permiten a otros llevar y aliviar el peso de su cruz.

«En invierno -recordaba Don Bosco- venía muchas veces a llamar a nuestra puerta un mendigo. A su alrededor había nieve, y pedía dormir en el pajar.

Margarita, (la madre de don Bosco) antes de dejarlo ir allá arriba, le daba un plato de caldo caliente. Luego le miraba los pies. La mayoría de las veces estaban rotos. Los zuecos consumidos dejaban pasar el agua y todo. Ella no tenía otro par que regalarle, pero le envolvía los pies en trozos de paño y los ataba como podía.

Juan aprendía. Antes que nada la caridad. Había un muchacho que trabajaba como mozo en un caserío poco lejano. Se llamaba Segundo Matta.

Por la mañana, el patrón le daba un pedazo de pan negro y le ponía en la mano una cuerda con dos vacas que debía llevarlas al pasto hasta mediodía. Al bajar al valle, encontraba a Juan que llevaba también él las vacas al pasto y tenía en la mano un trozo de pan blanco. 

En aquellos tiempos un pan así (llamado «pan de flor de harina») era una exquisitez, costaba mucho más que el pobre pan negro.

 Un día Juan le dijo:

-¿Me haces un favor?

-Con gusto.

-Querría que nos cambiásemos el pan. El tuyo debe de ser mejor que el mío.

Segundo Matta se lo creyó y, durante tres estaciones consecutivas -es él quien lo cuenta- siempre que se encontraban, se cambiaban el pan. Sólo cuando fue hombre, el señor Matta lo pensó y comprendió que Juan Bosco era una gran persona.

Jesús ha dicho en el Evangelio: «Lo que hagan a uno de estos pequeños, sin importancia, que están a su lado, lo han hecho a mí».

A tu alrededor está Jesús que espera ser tratado bien.

Cuando haces un acto de delicadeza a una persona, lo haces a Jesús.

 

Cuando das una bofetada o dices un insulto a alguien, lo haces a Jesús.

(Un mes con Don Bosco, Teresio Bosco, Editorial CCS, Alcalá, Madrid, 2006)

 

Vive esta cuaresma ayudando a los que tienes cerca a llevar la cruz con alegría y abandono a ejemplo de don Bosco.

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