Experiencia de Dios y de vida de Oración en Madre Mazzarello.

La ventana de la Valponasca era para Madre Mazzarello como un imán que la unía al Señor, la unía al Sagrario de  la iglesia de Mornese. Era su ventana de contemplación, de unión con Él. 

En este lugar, rodeado  de silencio, con el verde de los viñedos, Madre Mazzarello, comprende y orienta su vida hacia una única dirección: amar y servir a Dios.

Ella había comprendido perfectamente el verdadero secreto de la vida: la oración como verdadero respiro de su alma.

Madre Mazzarello describe la oración como un lenguaje de amor del alma con Dios. Quien aprende este idioma y «habla mucho» con Dios se vuelve verdaderamente sabio, dice en una de sus cartas a una hermana: «¿Sabes ya bien el francés? Estudiando las lenguas de este mundo, estudia también la lengua del alma con Dios, Él os enseñará la ciencia de santificaros, que es la única ciencia verdadera… Hablad poco, muy poco con las criaturas, en cambio hablad mucho con el Señor, Él os hará verdaderamente sabias… Hablar poco con las criaturas, muy poco de las criaturas y nada de nosotras mismas. Debemos estar recogidas en nuestro corazón si queremos escuchar la voz de Jesús». (Carta 22) 

Maín aprendió el amor de Dios en su ambiente familiar «papá dime ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo?«. (Cronohistoria 1) Lo aprendió en lo de todos los días, sabía ver a Dios, en su trabajo, naturaleza, en las personas y acontecimientos, descubría su huella y quería entender qué era lo que Él deseaba.

Desde este descubrimiento del amor de Dios, en su diario vivir, Maín pudo desde los primeros años de su vida entablar una relación con Dios, marcada por el «gusto por lo auténtico» que caracteriza su Oración y ascésis. Es la prueba de la vida de intensa unión con Dios. (Cf.’. Colli Carlos, Espíritu de Mornés Pág. 89).

Esto hace que ese amor que encuentra en él, se manifieste en Maín, en fortaleza ayudándola a afrontar con alegría y esperanza  momentos de duda, de prueba y de cruz como por ejemplo el destierro en la Valponasca y la enfermedad de tifus.

Es aquí, donde alcanza el tiempo más rico de su formación espiritual; el contacto con la naturaleza, la soledad, el silencio contribuyen a favorecer en ella la vida de oración y le ayuda a elaborar los contenidos de la fe en modo personalizado y con gran profundidad (María Ester Posada: Ensayos sobre la figura histórica e espiritualidad de Madre Mazzarello 1850-1860).

María Mazzarello aprendió en la Valponasca  a vivir en el cotidiano, una intensa vida espiritual.

El amor de Dios es creador y creativo en la vida de Madre Mazzarello: su oración se revela personal y no impuesta. 

El Espíritu de Oración se manifiesta en Main más allá de “cumplimientos” de actos litúrgicos específicos. Se trata más bien de una actitud habitual del Espíritu ante el Señor.

 

 En ella se manifiesta en un gran fervor cotidiano llevado hasta el sacrificio de recorrer horas insólitas y caminos intransitables del crudo invierno para llegar al corazón de la Eucaristía: Jesús. «Jesús Eucaristía según la feliz expresión de Monseñor Costamagna en Mornés hace de dueño absoluto de todos los corazones» (Cf., Carlos Colli, El Espíritu de Mornés, la ventana de Mornés, Valponasca Pág. 53; Kothgasser, sdb. Ventana de la Valponasca Pág. 53 ).

María Mazzarello inculcaba la unidad entre la fe, oración y vida, una piedad orante concretizada en el cumplimiento del deber de cada día. Inculca una oración sencilla y desenvuelta para no cansar a los jóvenes con devociones enclaustradas, sino educaba, más bien, en las virtudes cristianas. (Cf.  La ventana, 48).

Para Maín uno de los lugares de encuentro con Jesús era la ventana de la Valponasca. 

¿Tú y Jesús, tienen algún lugar especial de encuentro?  

¿Tú oración te permite conocer el sentir de Dios?

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