María Auxiliadora “guardaba todo meditándolo en su corazón” (Lc 2, 19)

CONMEMORACIÓN MARÍA AUXILIADORA 24 DE JUNIO 2024

¡Hoy es 24!

Nos encontramos en un año que nos prepara al gran Jubileo 2025, y en este año el Santo Padre Francisco nos ha invitado a dedicarlo a la oración él nos dice: “ intensificar la oración como diálogo personal con Dios, una invitación que debe conducirnos a reflexionar sobre nuestra fe, sobre nuestro compromiso en el mundo de hoy, en los diversos ámbitos donde estamos llamados a vivir, de modo que pueda ser alimentada una renovada pasión por la Evangelización de la persona”. 

Y quien mejor que nuestra Madre María, mujer orante para guiarnos en el camino de estar unidos a su Hijo, y experimentar la fuerza que nos permite ser  “peregrinos de la esperanza”

“ María guardaba todo meditándolo en su corazón” ( Lc 2, 19)

Ante el misterio de Dios, un Dios que nace en la pobreza de Belén, un Dios al alcance de los más sencillos, un Dios que se encuentra donde se encuentra María, no cabe más remedio que  adoptar la postura de su Madre: mirarlo todo con cariño y guardarlo con atención: callarse, hacer silencio, rendidos ante la grandeza de descubrir un Dios que está presente en todo, y dejar que nos hable al corazón.

Si fuéramos capaces de presenciar cuanto acontece en nuestra vida, a nuestro alrededor, por pequeño o insignificante que parezca y hacerlo con la actitud de María, no tardaríamos en descubrir al Señor y a Ella presente, como hicieron los pastores en Belén, y ante esto no queda más que adorarle en el corazón: es así como conseguiremos llevarlo en nuestro interior, en nuestra vida. 

La Madre se abre a un nuevo camino de fe y “se deja” evangelizar por todo lo que Dios eligió, para revelarle lo que sería el gran misterio de la encarnación, aprende a ver las cosas desde el corazón: guarda lo que sucede, y no comprende, allí donde nadie puede entrar sólo Dios. No fue un entender con la mente sino guardar en el corazón que se convierte en plena “contemplación”

El Dios que no se entiende en tantas ocasiones puede mostrarse insignificante, o muy pequeño en los acontecimientos del día, hacerse el encontradizo en las personas,  puede pasar a nuestro lado y si no tenemos el coraje de mantenerlo como objeto de nuestra contemplación, o de “unión con Dios” como nos invitaban con insistencia Madre Mazzarello y Don Bosco, se nos escapa. 

María nos enseña su método: “mirarlo todo con cariño y guardarlo con atención” es la manera de quedarse con Dios, que por hacerse pequeño o demasiado normal, no logramos ver ni comprender. (Cfr. Dichosa tú que has creído. Las etapas del camino de fe de María. Bartolomé Juan José)

Algunos tips para vivir “unido al Señor” guardando en el corazón como María Auxiliadora:

1- La Virgen es parca en sus palabras, en el Evangelio la escuchamos hablar en pocas ocasiones, y cuando lo hace irrumpe en una larga oración a las alabanzas recibidas (Lc. 1, 42-45) responde engrandeciendo a Dios (Lc 1, 46 – 55), te invitamos a reconocer diariamente lo que Dios hace por ti, y agradece, muestra tu corazón con gratitud por TODO lo que vives.

2- Examina las razones que te llevan a orar y el fruto que cosechas con tu vida de oración. Una vida de oración que se centra sólo en lo que nos falta y en nuestras necesidades, puede alimentar sólo nuestra frustración. ¿Qué puesto tiene en nuestra vida la alabanza a Dios y la acción de gracias?

3- Pide a María sea tu guía para enseñarte a repasar tu vida contemplando a Dios, para que lo descubras y puedas discernir en todo momento lo que le agrada, y llevar como la Virgen lo hizo en todo momento su voluntad.

Repite con mucha fe en un momento de tu jornada la oración de nuestra Madre y alaba al Señor como María:

Proclama mi alma la grandeza del Señor, 

se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, 

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones 

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. 

Su nombre es Santo 

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo, 

dispersa a los soberbios de corazón. 

Derriba del trono a los poderosos 

y enaltece a los humildes. 

A los hambrientos los colma de bienes 

y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo, 

acordándose de su santa alianza 

según lo había prometido a nuestros padres 

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo 

como era en principio 

ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

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