CONMEMORACIÓN MARÍA AUXILIADORA 24 DE JUNIO

“Cuando no sabemos qué hacer… abracémonos al Corazón de María”

 Un camino de reparación, consuelo y esperanza con estilo salesiano

Hay días en los que el alma se siente desbordada: una preocupación familiar, una herida antigua que aún late, una decisión que no sabemos cómo afrontar… y, como en las bodas de Caná, descubrimos que nuestras tinajas están vacías de alegría y esperanza. Pero allí estaba María, atenta, sensible al detalle, que percibió la falta e intervino con audacia para que la fiesta no terminara. 

Ella, la Madre que acoge y comprende, la Auxiliadora que inspira confianza, sabe que en los momentos de mayor desánimo no necesitamos un consejo frío, sino un abrazo cálido, una mirada compasiva que nos susurre: “Estoy contigo”. ¿Y si te dijéramos que hay un Corazón que siempre está listo para acogerte así? El Inmaculado Corazón de María es ese refugio donde tantos —como Don Bosco y Madre Mazzarello— encontraron consuelo y fortaleza. Hoy, ese mismo Corazón nos sigue esperando, con ternura incansable.

Don Bosco, nuestro Padre y Fundador, experimentó una presencia mariana «continua, profunda y determinante». Decía: «Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros». Para él, María no era solo objeto de veneración, sino una «experiencia vital, real, una persona viva y operante» que iluminó su camino y le inspiró. 

Del mismo modo, Madre Mazzarello, vivió una profunda devoción al Inmaculado Corazón de María reconociendo en Ella a la «Auxiliadora de los cristianos». Madre Mazzarello nos invitaba a trabajar «con rectitud de intención» para agradar solo a Dios, una coherencia de vida que la Virgen misma buscó y además solía repetir: “María es nuestra verdadera superiora”, en sus cartas decía que confiarle todo a Ella era su camino seguro. Su amor al Corazón de la Virgen no era solo devoción: era una forma de vivir, amar y educar

Para nuestros fundadores “Reparar el Corazón de María” es, también, comprometernos con la educación del alma y la vida de los jóvenes que más lo necesitan.

El Corazón de María es experiencia de fe profunda, pero también de dolor redentor. Ella nos enseña a amar incluso cuando cuesta.

El Corazón Inmaculado de María es el «sacramento» de su persona, el centro de su vida interior. La Escritura nos dice que María «guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,19), lo que significa que ella «atesoraba» palabras y acontecimientos para alcanzar una comprensión profunda de ellos desde la mirada de Dios, mientras otros solo se sorprendían. Esta actitud de «escucha y custodia» es la primera característica que María nos enseña para recibir el don de la fe, la esperanza y la caridad.

Nosotros creemos que ante tantas ofensas al Corazón de Jesús y de María,

“la reparación” es una muestra de amor urgente y no es algo lejano o difícil.

Es tan cotidiano como:

Rezar un Avemaría con el corazón

Ofrecer el cansancio del día

Un acto de paciencia en familia

Un gesto de ternura que nadie ve.

Son los clics ocultos del alma, esos que sólo el Corazón de María y Jesús conocen. Vivir en comunión con Ella es aprender a mirar como María, a esperar como María, a amar como María.

Oración de confianza y consagración

Inmaculado Corazón de María,
te consagramos nuestra vida, nuestras luchas y alegrías.
Haznos puentes de ternura, sembradores de paz,
y enséñanos a decir como Tú: “Hágase Tu voluntad”.
Madre nuestra, llévanos siempre al Corazón de Jesús.

Amén.

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