VIERNES SANTO
¿Y tus parientes a dónde están?
Hemos muerto a nuestro pasado. Hubiéramos querido vivir en nuestro país, pero tantas situaciones nos lo han impedido. Es difícil para una familia tener que elegir entre sus sueños y la libertad. Entre los anhelos y la supervivencia. Estamos aquí después de viajes en los que hemos visto morir mujeres y niños, amigos, hermanos y hermanas. Estamos aquí, supervivientes. Nosotros, que en nuestra casa éramos importantes, aquí somos percibidos como una carga, como números, categorías. Sin embargo, somos mucho más que inmigrantes. Somos personas. Hemos viajado hasta aquí por nuestros hijos. Morimos cada día por ellos, para que puedan tener una vida normal, sin hambre, sin ignorancia, sin sangre, sin persecuciones.
Si no nos resignamos es porque sabemos que la enorme piedra sobre la puerta del sepulcro un día será removida.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
«Está cumplido.»
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(Juan 19, 30)
Mi pasión tu pasión- tu muerte es mi muerte
Toda persona, al descubrir por la fe el sufrimiento redentor de Cristo, descubre al mismo tiempo en él sus propios sufrimientos. Por eso san Pablo dice en la carta a los Gálatas: «Estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí » (Gál 2, 19-20)
La fe permite conocer el amor que condujo a Cristo a la cruz. Y si amó de este modo, sufriendo y muriendo, entonces por su padecimiento y su muerte vive en aquél al que amó así, vive en cada persona. Cristo se une asimismo de modo especial a cada persona mediante la cruz.
Esta unión ha sugerido a San Pablo, en la misma carta a los Gálatas, palabras no menos fuertes: « En cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo». (Gál 6, 14)
Los testigos de la cruz y de la resurrección estaban convencidos de que como dice San Pablo, escribiendo a los Tesalonicenses, « Nos gloriamos nosotros mismos de vosotros… por vuestra paciencia y vuestra fe en todas vuestras persecuciones y en las tribulaciones que soportáis. Todo esto es prueba del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual padecéis » Así pues, la participación en los sufrimientos de Cristo es, al mismo tiempo, sufrimiento por el reino de Dios.
La resurrección ha revelado esta gloria que en la cruz de Cristo estaba completamente ofuscada por la inmensidad del sufrimiento. Quienes participan en los sufrimientos de Cristo están también llamados, mediante sus propios sufrimientos, a tomar parte en la gloria.
Vivir como migrantes….
EN MI VIERNES SANTO SEÑOR, YO TAMBIÉN ME UNO A TU PASIÓN QUE ES MI PASIÓN por eso quiero:
- DIBUJAR la estación del Viacrucis donde tú Jesús y yo somos protagonistas de mi vida
- ESCRIBE una carta de esperanza y cercanía a algún pariente que vive en el extranjero
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- CONTEMPLAR y ORAR tu dolor releyendo el Evangelio de la pasión de Juan (18,1–19,42)
Repite durante el día…
En la esperanza que no defrauda: Guárdanos, Señor Jesús.
En la luz que no se apaga: Guárdanos, Señor Jesús.
En el perdón que renueva el corazón: Guárdanos, Señor Jesús.