Dichosa por ser sierva

CATEQUESIS MARIANA  # 2

Introducción

No estaría de más que nos preguntáramos si las razones que tenemos para amar y entusiasmarnos por María son las mismas que Dios tuvo cuando se quedó prendado de la Virgen de Nazareth, esa joven de un pueblo pequeño, y desconocido. Las mil razones que podamos tener, ¿coinciden con la razón que convenció a Dios para elegirla como Madre? ¿representa para nosotros María lo mismo que significó para Dios? ¿Cómo queremos a María, cómo nos la imaginamos nosotros?

Estas y otras interrogantes nos lleva a decir con el alma ¡Dichosa tú María! por ser sierva fiel de tu Señor. 

¡Dichosa tú,  por ser sierva!

Bien poco valdría una devoción mariana, por arraigada y sincera que fuese, que no estuviera fundamentada en el querer de Dios. 

Deberíamos de caer en la cuenta de que fue Dios quien optó por María mucho antes de que a nosotros se nos ocurriera pensar en ella; primero la eligió Él por Madre, sierva atenta y disponible y luego nosotros gozamos de esta maternidad; fue mucho antes , sierva de Dios que señora nuestra.

Nazaret es el punto de partida de la aventura de fe de María: allí vivía, virgen prometida ya de José, y allí fue Dios a proponerle su plan y pedirle su consentimiento. 

María supo por las escrituras que bien conocía y escuchaba, que los profetas anunciaban que Dios pensaba salvar a su pueblo, y es aquí que escucha que Dios cuenta con ella para realizarlo: el anuncio del nacimiento de Jesús coincide con la invitación de ser Madre de Dios.

Ser llamada por Dios fue el inicio de una aventura de fe que María recorrió, desde un estilo único y es ser su SIERVA y conscientemente se declara su ESCLAVA, un estilo donde en plena libertad se descentra de sí misma, para dejar que sea Dios quien guíe y controle su vida.   

Un siervo no tiene opinión, no tiene más tiempo sino el de su Señor, María libremente permite a Dios hacer en Ella, y esto nos trae al mundo el don infinito de la Salvación. 

María entró en contacto con Dios y sus planes y los asumió como propios. Dios la llamó a lo imposible: ser madre permaneciendo virgen, dar a luz a su primogénito, en condiciones inimaginables, y Ella tiene una sola respuesta Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor”  (Lc 1, 38) ¡Hágase como tú digas! (Cfr. Dichosa tú, que has creído. Las etapas del camino de fe de María. Juan José Bartolomé págs. 19 y 25)  

María entró en contacto con Dios y sus planes y los asumió como propios. Dios la llamó a lo imposible: ser madre permaneciendo virgen, dar a luz a su primogénito, en condiciones inimaginables, y Ella tiene una sola respuesta Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor” (Lc 1, 38) ¡Hágase como tú digas!

 (Cfr. Dichosa tú, que has creído. Las etapas del camino de fe de María. Juan José Bartolomé págs. 19 y 25)

Sí, a la Virgen la admiramos por esa disponibilidad plena al Señor, esa valentía de dejarse en Dios, de soltar los controles de su vida y dárselos a Él,  acoger su voluntad para que se realice lentamente en el cotidiano de una vida escondida, “normal” una carpintería, para realizar un imposible…esto es lo que nos lleva a amar y pedir a María su Auxilio, que ella nos enseñe a ser siervos y nosotros hoy ¿ creemos a los planes que Dios nos propone?, ¿los conocemos?, ¿le permitimos el control de nuestra vida?, ¿nos podemos abandonar en el día a día?

Te invitamos a ser motivo de conversación con tu familia y amigos estás preguntas, para que nuestro amor a María se fundamente en la vivencia de la actitudes que nuestra Madre vivió y que hij@s nosotros podemos imitar.

¡Dichos@ tú, por ser siervo como tu Madre María!

(mi compromiso – en grupo )

El Señor tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros, un plan o proyecto de vida que nos hace felices, está en nosotros ¡Decir SÍ!  y acoger  como siervos fieles ese plan que Él nos traza. 

Servir al Señor, como lo hizo nuestra Madre, implica comenzar con pequeños pasos, como cuando “un niño que empieza a caminar”, con la certeza que quien nos lleva de la mano, es el auxilio materno de la sierva por excelencia, María.

Algunas sugerencia que te compartimos para ejercitarnos en ser “sierv@s”: 

  • Escuchar como sierv@s la Palabra de Dios cada domingo preguntándonos: ¿qué nos pide el Señor?
  • Compartir con otros herman@s los frutos de tu trabajo en solidaridad y generosidad  llevando a quien necesita alimentos, ropa…y otros.
  • Ofrecernos a cuidar, en algún momento a herman@s en necesidad (cuidar de un anciano, los hijos de una familia)
  • Pedir al Señor por medio de la oración, que nos indique algún ministerio o grupo en que podamos brindar nuestros servicios o ayuda (catequistas, proclamadores, jóvenes, pastoral vocacional, coro… )

Mi oración con María la sierva fiel

Pidamos al Señor que nos permita ser siervos y decir Sí como María, ahí donde nos encontramos y así poder sembrar el bien en el cotidiano. 

¡Dichosa tú Madre, por ser sierva!

ya que hiciste lugar en tu seno al Verbo de la Vida,

enséñanos a acoger y guardar la Palabra en el fondo de nuestro

corazón y a ponerla en práctica.

Sierva fiel, modelo de vida para los creyentes,

danos una sonrisa por cada gesto de amor

que seamos capaces de hacer

para contagiar a quienes viven en la tristeza interior o en la

angustiosa soledad existencial.

Líbranos de la resignación ante el sufrimiento de la humanidad,

de las falsas seguridades y de los consuelos que adormecen el alma.

Haz que, mirándote a Ti, aprendamos a ser siervos fieles del Señor

que aprendamos a descentrarnos, a salir de nosotros mismos

para ir al encuentro de nuestros hermanos y hermanas necesitados,

especialmente los jóvenes. Amén.