MARTES SANTO

Desde pequeño experimenté mi casa como una cárcel; vivía en la angustia del castigo, la tristeza y el enojo de los adultos. De esos años recuerdo a una maestra, la única imagen alegre. Fue la única que percibió en mí lo mejor dentro de lo peor. Busqué y encontré mil excusas a mis errores; aprendí a vivir con ansiedad, nerviosismos y enfermedades, lo raro es que un fragmento de bien siempre permaneció encendido dentro de mí.

La verdadera desesperación es sentir que ya nada de tu vida tiene sentido. Es la cumbre del sufrimiento, te sientes el más solo de todos los solitarios del mundo. Es verdad que me rompí en mil pedazos, pero lo más hermoso es que esos pedazos todavía se pueden recomponer. 

No es fácil, pero es lo único que todavía tiene sentido y por lo que lucho con esperanza cada día.

“ Uno de ustedes me va entregar” 

Le contestó Jesús:

– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».

Y, untando el pan, se lo dio a Judas…detrás del pan, entró en él Satanás. 

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. (Juan 13, 21-33. 36-38)

OSCURIDAD - ACEDIA

Vivir el sufrimiento del “sin sentido” causa oscuridad, y por tanto confusión, Judas también perdió el sentido y en la noche de su confusión sale y hace lo peor, entrega a Cristo, un inocente por unas cuantas monedas, perdió el sentido del bien, dice el papa Francisco que se trata de una tentación muy peligrosa, con la que no se debe jugar y su nombre es Acedia, quien cae víctima de este vicio es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios se le vuelve aburrida; y también los actos más santos, los que le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles.

Para quienes están atenazados por la acedia, la vida pierde su sentido, cada batalla parece carecer de significado. Así que nos dejamos llevar y la distracción, el no pensar, parecen ser la única salida: a uno le gustaría estar aturdido, tener la mente completamente vacía… Es un poco como morir anticipadamente.

Contra este vicio, me gustaría señalar, dice el Papa,lo que yo llamaría la paciencia de la fe. Aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre es estar «en otra parte», escapar de la realidad, hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi «aquí y ahora», en mi situación tal como y es, la presencia de Dios. 

El demonio de la acedia quiere destruir precisamente esta alegría sencilla del aquí y ahora, este asombro agradecido ante la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni por nadie.

La acedia es una batalla decisiva que hay que ganar a toda costa. Los santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomiendan, bajo la opresión de la acedia, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano y, al mismo tiempo, resistir y perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación. (Papa Francisco Audiencia General, Miércoles, 14 de febrero de 2024)

EN MI MARTES SANTO SEÑOR, YO TAMBIÉN QUIERO:

  • SER VALIENTE y  pintar en un cuaderno personal la oscuridad que hay en mÍ, llamándola por su nombre 
  • RESPONDER CONTIGO y conectar nuevamente con
    •  ¿Cuál es mi sentido de vida? 
    • ¿Qué me motiva en este momento?

 

  • TE RESPONDO ESCRIBIENDOTE UNA ORACIÓN CON EL TEMA:  “Libérame del sin sentido de vida, Señor” 

Repite esta frase durante el día…

Señor, ayúdame a esperar contra toda esperanza, tu pascua está cerca. 

Oremos con este canto...

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