Novena Ángeles Custodios

“Familiarízate mucho con los ángeles; contémplalos con frecuencia, invisiblemente presentes en tu vida, y, sobre todo, estima y venera a los de las personas con quienes convives, y, especialmente, al tuyo; suplícales con frecuencia, alábales siempre y sírvete de su ayuda y auxilio en todos los negocios, espirituales y temporales, para que cooperen a tus intenciones» (San Francisco de Sales en “Introducción a la vida devota” Capítulo XVI)

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Oración para cada día de la novena

A Vos, santo Ángel de mi Guarda, acudo hoy en busca de un especial favor.
Habiéndote puesto Dios por custodio y protector mío, nadie como Vos conoce la miseria y las necesidades de mi alma y los afectos de mi corazón. Vos sabéis el deseo que tengo de salvarme, de amar a Dios y de santificarme; mas, ¡ay!, también sabéis mi inconstancia y lo mucho que he ofendido a Dios con mis faltas y pecados. Vos, que sois para mí el guía más seguro, el amigo más fiel, el maestro más sabio, el defensor más poderoso y el corazón más amante y compasivo, alcanzadme de Dios la gracia suprema de amarle y servirle fielmente en esta vida y poseerle eternamente en la gloria.
Y ahora os ofrezco humildemente los pequeños obsequios de esta Novena, para que también me alcancéis las gracias especiales que en ella os pido, si no son contrarias a la gloria de Dios y al bien de mi alma. Así sea.

¡Oh buen Ángel custodio! ayudadme a dar gracias al Altísimo por haberse dignado destinaros para mi guarda.

Te pido que por intercesión de María, me alcances de Dios un fervoroso espíritu y la práctica de una oración constante para agradecer a Dios todos sus beneficios, y especialmente el de tenerte por celestial custodio mío.

(Se dicen las intenciones de la novena)

Don Bosco nos dice también hoy:

Don Bosco: Daba gracias al Señor, por el gran favor de haberle puesto bajo la custodia de un ángel; mil veces se lo oímos repetir: «Él dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus manos, para que en tierra no tropiece tu pie». Por eso profesaba tierno afecto y gran devoción a su Ángel de la Guarda y celebraba cada año su fiesta.

Estaba tan persuadido de tenerlo a su lado que parecía lo viese con sus ojos. Le saludaba varias veces al día con el Angele Dei y confiaba del todo a su protección en todas las circunstancias de la vida. Se encomendaba a sí mismo y le encomendaba a todos sus muchachos; me atrevería a decir que este celestial espíritu le ayudaba en la fundación y gobierno de sus obras. (Memorias Biográficas II, Capítulo XVIII Pág. 204)

Ángel de mi Guarda
Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
ya que la piedad del Señor
me ha encomendado a tí
ilumíname, protégeme
y dirige siempre mis pasos
por el camino del bien.
Amén.

Ángel de mi Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Ni vivir, ni morir en pecado mortal. Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para siempre. Amén.

María Auxilio de los cristianos… Ruega por nosotros
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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