Novena en honor a San Juan Bosco
Séptimo Día
Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros enemigos
líbranos, Señor, Dios nuestro
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Don Bosco confianza ilimitada en la Divina Providencia
Oración Inicial
Oh, Padre, tú estabas presente en la vida de Don Bosco, en medio de tantas dificultades. Su gran confianza en la Divina Providencia lo impulsó a emprender obras que parecían humanamente imposibles, ayúdanos a abandonarnos en tu Divina Providencia y a esperar siempre con fe el imposible. Amén

Don Bosco demostró una confianza inquebrantable en la Divina Providencia a lo largo de su vida, una fe que se manifestó en su actuar y en sus enseñanzas.
Él creía firmemente que Dios era el artífice de sus obras y que Él proveería los medios necesarios para llevarlas a cabo.
Esta convicción le daba una gran paz y alegría interior, incluso en los momentos de mayor adversidad.
Don Bosco solía decir: «Dios es un buen padre; piensa en los pájaros del aire; no dejará ciertamente de pensar en nosotros».
Su confianza en la providencia divina era tal que no dudaba en embarcarse en proyectos aparentemente imposibles, seguro de que Dios lo acompañaría en cada paso.
La confianza de Don Bosco en la Divina Providencia se reflejaba en su abandono total en las manos de Dios.
En lugar de preocuparse excesivamente por los problemas, prefería encomendarlos a Dios y confiar en que Él encontraría la solución.
Esta actitud se manifestaba en su forma de hablar y actuar: «Dios lo hace todo; la Virgen lo hace todo», solía decir. Esta confianza en la Providencia no lo llevaba a la inacción, sino que lo impulsaba a trabajar incansablemente, sabiendo que su esfuerzo era un instrumento en las manos de Dios.
Dice Mateo 6, 31-33
No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso.
Busquen primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura.
Pide la gracia que deseas alcanzar de Don Bosco en esta novena.
Padre Nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Ave María
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Gloria
Gloria al Padre
y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final
A ti, Don Bosco, dirigimos nuestra oración;
Tú eres el Padre, Maestro y Amigo de los jóvenes:
Mira nuestras vidas, nuestros sueños y nuestros miedos,
Enséñanos a mirar al Cielo,
hacia Jesús y María, para que la fe crezca en nosotros.
Caminemos con los pies en la tierra,
Al servicio de los jóvenes más pobres,
amando concretamente a cada persona que conocemos.
Concédenos regocijarnos y estar siempre alegres.
con una vida sin pecado;
Pasemos por las pruebas de la vida.
con la esperanza que inspiró su trabajo.
Enciende en nuestros corazones el deseo de santidad
y ayúdanos a reconocer el sueño que Dios tiene para nosotros.
Amén

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.