SÁBADO SANTO

Para iniciar en este Sábado Santo escucha y ora:

De pie ante la Cruz

En casa éramos cinco: nuestros tres hijos, mi marido y yo. Hace cinco años la vida se complicó. Un diagnóstico difícil de aceptar, cáncer,  escrito a cada momento en el rostro de mi hija más pequeña. Una enfermedad que nunca apagó su sonrisa. 

Después de sólo seis años de matrimonio mi marido también nos dejó por una muerte improvisa, poniéndonos en un camino de soledad desgarrador. 

Ya pasaron cinco años desde el comienzo de esta aventura que no hemos comprendido en absoluto racionalmente, pero la certeza es que el Señor siempre ha estado en esta gran cruz y lo sigue estando todavía hoy. “Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los que llama”, estas palabras nos han cambiado la perspectiva de vida de los últimos años.

No conozco otro modo para responder a mi corazón y a mi dolor en la carne, sino confiándome al Señor que vive este tramo de vida terrena conmigo. Muchas veces, en las sesiones de quimioterapia de mi hija, me sentí como María al pie de la cruz; y es esa experiencia la que hoy me hace sentir

 —aunque sólo sea por un poquito— madre de mi Señor.

«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»

y el discípulo la acogió en su casa.

(Jn 19, 26-27)

Esperar contra toda esperanza

Hay ocasiones en la vida que parecería que se nos acaban las fuerzas, las situaciones difíciles se suman, el cansancio es grande y nos parece que todo va mal, en estos momentos podemos decidir la manera de ubicarnos frente al sufrimiento y al dolor, podemos quedarnos caídos, sentirnos desesperados, agobiados por la impaciencia, sin fe como paganos o como creyentes podemos orar y esperar contra toda esperanza en el Señor, que ha vivido como nosotros «y se ha hecho verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado» (cf. Heb 4, 15) 

También nuestra Madre María, vivió la angustia, la impotencia, no era un llanto falso, era su corazón destrozado por el dolor. Es el momento en que su esperanza será puesta a prueba de la manera más severa, justo ahí en la pasión y en la cruz, hasta el Calvario. Y allí, de pie… la gente seguramente decía: “Pobre mujer, lo que sufre”, y los malos seguramente dijeron: “Ella también tiene la culpa, porque si lo hubiera educado bien esto no habría acabado así”. Allí estaba, con el Hijo, con la humillación del Hijo. Allí parece que a su Hijo, su único Hijo no le queda ninguna posibilidad, su cuerpo está destrozado y clavado, sin apariencia humana, es para María la mayor prueba para su esperanza. 

Y la Madre permanece de pie junto a la cruz (cf. Jn.19,25). Esa posición de estar de pie junto a la cruz de Jesús, manifiesta una actitud espiritual: su alma se sostenía por la esperanza en Dios.

La Madre al igual que Abraham que, obedeciendo la voz del ángel, quiso ofrecer a Isaac en sacrificio (cf. Gén.22,1-13) porque creía que para Dios no hay imposibles, que poderoso era Dios para resucitarlo de entre los muertos  (cf. Heb.11,19), así también María soportó las humillaciones y la muerte de su Hijo porque, por la esperanza, ella confiaba que poderoso era Dios para resucitarlo de entre los muertos. Como Abraham, una vez más, esperó contra toda esperanza y su esperanza no se vio defraudada.

EN MI SÁBADO SANTO MADRE, ESTOY CONTIGO por eso quiero:

  • DARTE mi pésame y acompañarte en silencio Madre Dolorosa 
  • PLATICAR CONTIGO desde el dolor más grande que llevo
  • REZAR meditando los dolores de la Virgen

Repite esta frase durante el día…

Espero contra toda esperanza, la pascua está ya muy cerca

Oremos con este canto...

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