“¡La piedra ya fue movida!”

Ora: Iniciemos este día en nombre del Señor

¡Aleluya! , en este Domingo de Resurrección Señor Jesús, vengo a Ti con alegría desbordante  con el corazón lleno de amor. 

Como María Magdalena, me acerco de madrugada a buscarte, sin esperar milagros, solo con el deseo de amarte. Y me encuentro con la gran sorpresa: la piedra ya fue removida, y Tú estás vivo. 

Tú caminas conmigo, en cada abrazo sincero, en cada decisión valiente, en cada perdón que me cuesta dar. ¡La Resurrección es tu amor que no se rinde, y yo quiero vivirla contigo!

Haz de mi vida una prueba viva de que la tumba está vacía y la esperanza sigue en pie. Que cada gesto mío grite al mundo que Tú vives y que caminas a nuestro lado. Que mi corazón resucitado sea fuente de consuelo para los que dudan, fuerza para los que caen y luz para los que aún viven entre sombras. Envíame, Señor, como testigo de tu amor sin final. Hoy me levanto, resucito contigo… y voy a contar que la piedra ya se movió.

Amén.

Lee: Caminemos con Jesús

Evangelio según San Lucas  

(Lc 19, 28-40)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor.

Descubramos al caminar

La Esperanza comienza cuando nos dejamos abrazar del amor de Dios

¡La piedra ya fue movida… y no solo en el sepulcro!


Hay un amor que no se rinde, ni siquiera ante la muerte.
Ese amor se llama Jesús Resucitado
y sigue removiendo piedras, dentro y fuera de nosotros.

¡Compártelo en tus redes sociales!

Facebook
X
Pinterest
WhatsApp
Email

¡No te pierdas más contenido como este!

error: Contenido protegido